Buitres leonados sobrevolando el acantilado; bravos escarpes donde nidifican las aves; un río de limpias y frescas aguas que talla en las rocas estrechos y caprichosos pasos; los restos de un puente que, según cuenta la leyenda, fue construido con ayuda del diablo; dos túneles que antaño atravesó el primer tren eléctrico de España. El resultado, un paisaje agreste del que podrá disfrutar si se acerca a la foz de Lumbier, estrecha garganta labrada por el río Irati y declarada reserva natural.

Además, conozca todo sobre ésta y otras gargantas navarras en el Centro de Interpretación de las Foces de Lumbier.

A diferencia de otras gargantas, la de Lumbier puede ser recorrida a través de un sencillo camino la vía verde de la foz de Lumbier que discurre al pie de los acantilados, a lo largo de 2,6 kilómetros. El trazado fue realizado para el tren Irati, el primer tren eléctrico de España, que comunicó Pamplona con Sangüesa entre 1911 y 1955. El camino está señalizado, discurre junto al río y atraviesa la roca a través de dos túneles, de 206 y 160 metros de longitud, que no poseen luz artificial. En la parte final del sendero, el camino bordea la roca y llega hasta los restos del Puente del Diablo, del siglo XVI, con un arco elevado 15 metros sobre el río. Destruido por los franceses en 1812, durante la Guerra de la Independencia, debe su nombre a una leyenda según la cual su constructor pidió ayuda al diablo para levantar el puente.

Existe un segundo recorrido, un sendero local señalizado con marcas verdes y blancas y postes de madera que rodea la foz por las laderas inmediatas y vuelve por el interior de la garganta, desde donde se llega de nuevo al aparcamiento. Con una longitud de poco más de 6 kilómetros y 175 metros de desnivel permite además visitar el entorno.